LLAMA QUE SE ENCIENDE TERCERA ENTREGA

VIDA DE LA SIERVA DE DIOS MADRE GEORGINA FEBRES CORDERO TROCONIS
TERCERA ENTREGA
Apreciados lectores:
En esta tercera entrega de la vida de la Sierva de Dios
Madre Georgina Febres Cordero Troconis, centraremos nuestra
mirada en su vocación religiosa. Desde temprana edad, la joven
Georgina no cesó en la búsqueda de la intimidad con Aquel que
es la verdad y la vida. El Señor la llamó a una vida de profunda
interioridad con el mensaje evangélico de amar a los más
necesitados y disponer su vida para vivir una existencia
configurada con su voluntad divina.
De esta forma, Georgina Febres Cordero Troconis, ya en
1890, ve en la vida consagrada su propia opción de vida y se
dispone a afrontar todas las consecuencias familiares que con un
cambio de vida de este estilo le sobrevendrían. La consternación
y el desconsuelo parecen anegar su idea de seguir a Jesús desde
una postura radical, pero la fidelidad al Salvador hace que
pueda sobreponerse a todos los obstáculos que el mundo le
presenta.
Es admirable percibir cómo su sensibilidad vocacional,
lograda en la oración, le instruye en los caminos que debe seguir
para lograr su deseo de perfecta unión con Dios y de servicio
generoso hacia sus hermanos más necesitados.
La joven Georgina emprende en 1890 su camino de
consagración que la llevará a fundar, pocos años después, una
Congregación religiosa de claro matiz contemplativo y
misericordioso. La contemplación y la misericordia se convierten
en los elementos que darán origen en un corto periodo de
tiempo, no exento de dificultades y luchas, a una institución
novedosa en la sociedad merideña, que, guiada por las manos
caritativas de mujeres generosas, ofrecerá alivio a muchos seres
hundidos en la pobreza y el desamparo de una época histórica
humillante y despótica.
UNA LLAMA SOSTENIDA EN LA ORACION
Iniciamos esta tercera parte del trabajo con un legajo de
cartas correspondientes al año 1890, año decisivo en la vida
vocacional de la joven Georgina. El doctor Foción, su padre, dirige
varias cartas a los prelados que acompañan a su hija en la
decisión de ingresar con las hermanas clarisas. La respuesta del
Señor Provisor (Juez Eclesiástico) no se hace esperar, mientras
Georgina sufre lo indecible al encontrar tanta oposición de parte
de su querido padre. Transcribimos como ambiente introductorio
algunos textos tomados de las crónicas de la Congregación que
nos envuelven en la trama suscitada por la enfermedad de Don
Foción Febres Cordero y la respuesta de Georgina ante tal
situación.
Don Foción Febres Cordero enfermó de gravedad y su hija
Georgina lo cuidaba con solicitud. Los médicos no daban
esperanza alguna de vida; la familia estaba consternada, ya se le
habían administrado los últimos sacramentos. Teniéndole ella
recostada sobre el pecho, moribundo ya y casi sin conocimiento,
ella haciendo un acto de desprendimiento, levantando su
corazón a Dios Nuestro Señor, hizo el sacrificio de su vida,
haciendo voto de ser religiosa, por la salud y vida de su amado
padre.
El Doctor Febres Cordero fue dando esperanzas de vida y empezó
la mejoría, aunque muy lenta; ya convaleciente se levantaba,
pero con extrema debilidad. Un día parecía que el mal avanzaba
y Georgina se alarmó creyendo que el no haberse separado ya,
era la causa de que su padre volviera atrás y se determinó a
manifestarle el voto que había hecho por su salud; así fue que
estando solos los dos, ella le dijo lo que había hecho, él se lo
aceptó, pero como estaba en un estado tan delicado, para sufrir
un golpe tan inesperado, se le saltaron las lágrimas; por fin
después de larga conferencia, le dijo que podía ser religiosa,
después que él se muriera, pero que antes no daría de ningún
modo su consentimiento.
Georgina no insistió más, pero no quedó tranquila con esta
determinación y no le quedaba más esperanza que en Dios, ya
que, si Él se lo había inspirado, también le facilitaría los medios
para cumplir lo prometido.
El 11 de junio de 1890 salió su padre por primera vez después de la
enfermedad y como lo tenía prometido fue a la Iglesia de San
Francisco. Georgina lo acompañó y los dos recibieron la comunión
en acción de gracias por haber conseguido la salud.
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