Enfermedad Madre Georgina

En este
periodo, a la espera de ingresar de nuevo a la Congregación, ya Hermanas
Dominicas de Santa Rosa de Lima, falleció la Madre Georgina y por carta de
Gabriel a su Hermano Antonio sabemos que: A ella le dio la gripe (sic), mejoró
y a los pocos días volvió a recaer con un malestar general, fiebre y un
fortísimo dolor de cerebro. El sábado en la noche se confesó con el Pbro. Dr.
Chacón y exigió al Pbro. Pablo E. Uzcátegui le llevase el Sagrado Beático a las
5 a.m. del día siguiente, pero esa misma noche se le caracterizó el ataque
cerebral que le hizo perder el conocimiento y se trabó, en términos que cuando
llegó el Pbro. Uzcátegui a las cinco de la mañana, ya no pudo darle la Sagrada
Comunión sino los otros auxilios espirituales; empezó pues su estado agónico
que terminó a las 4 p.m. del domingo veinte y ocho. Tuvo pues ocho días de
gravedad. Acompañaron en las exequias, el clero de la Ciudad, las Hermanas
Dominicas de Santa Rosa de Lima, de quien se le considera su Fundadora, las
Hermanas Franciscanas y el Seminario en
El periódico Juan Rodríguez Suárez comunicaba el deceso diciendo que: La
vida de la Madre Georgina fue, como la de casi todos los fundadores de
congregaciones, de lucha constante, de privaciones sin cuento, de esfuerzos
laudabilísimos, de penitencia edificante y de virtudes evangélicas, ejerciendo
siempre la caridad, ya en el Hospital, ya en la Congregación, por la que se
desvivió y por la que sufrió profundas penas, o ya retirada en su celda en
donde junto a las rosas con que adornaba a las imágenes florecía inmaculada la
Oración.
Mons.
Clemente Mejía en una carta a su hermano Antonio dice de ella:
“La
Reverenda Madre Georgina, fue una mujer fuerte, excepcional en estos
desgraciados tiempos que alcanzamos, de una voluntad fuertemente decidida por
el camino del bien, que hubiera realizado muchas cosas buenas si el medio
ambiente no le hubiera obstaculizado. Conocí su gran espíritu desde los
principios de su conversión, como ella lo decía con mucha gracia, lo bebía con
ahínco en la gran Santa Teresa de Jesús, cuyas obras siempre leía y aún
meditaba. Poseía grandes conocimientos ascéticos y místicos. Su piedad
verdadera, con las características de varonil, como debe ser, era capaz de
entusiasmar a todos los sacerdotes en las grandes luchas de la conversión de
las almas. Alma blanca y grande. Acepto gustosamente todas las nobles
manifestaciones de su agradecimiento por lo poquito que pude hacer en la muerte
de la gran Madre Georgina Febres Cordero: ella se lo merecía todo y mucho más.
¡Que descanse en paz la noble religiosa!! Yo deseé (sic) hacer todo lo que se
merecía la Reverenda Madre Georgina; pero no me fue permitido sino confesar
públicamente que fue virtuosa toda su vida y que fue la genuina fundadora de la
Congregación de Hermanas de Santa Rosa de Lima, hoy Hermanas Dominicas de Santa
Rosa de Lima”.
Y en otra carta de su hermano Antonio a la Madre
Luisa dice:
Georgina
tuvo siempre para Ud. el más alto y justiciero aprecio; y como Ud. fue una de
sus más esforzadas compañeras en la fundación de la Congregación, no es posible
escribirle en estos momentos sin que se humedezcan de lágrimas mis ojos, tan
vivo en el recuerdo de mi querida hermana, cuya vida, cuya santa historia,
desde el hogar hasta el claustro y desde el claustro hasta la tumba, fue senda
perfumada de jazmines, iluminada por la virtud más pura.”.
Comentarios
Publicar un comentario