Optar Sinceramente por los Pobres Y por una vida Pobre, para que el vino se siga multiplicando
"En muchas de las reflexiones que se realizan actualmente sobre el porvenir de la Vida Religiosa, se va llegando a concluir que si las Congregaciones Religiosas hemos de existir en los años que vienen, tendremos que comprometernos de forma clara y corporativa con las necesidades de los pobres. De verdad que esta conclusión no es una nueva en la historia de la Vida Religiosa, por el contrario, recuerda algo que le es substancial.
Según Jon Sobrino, la Vida Religiosa debe situarse principalmente en la frontera, en el desierto, en la periferia. Todos los proyectos fundacionales han tenido que ver con esa opción. Jesús vino para salvar a todos los hombres, pero para que nadie quedara fuera del proyecto, opto de modo preferente por los pobres, los pecadores, las mujeres, los enfermos; en general, por los marginados de la sociedad. La Vida Religiosa debe continuar a hacer viva esta predilección de Jesús. Si se aparta de ella, claudica, pierde credibilidad y deja de ser atractiva y convocar. Los pobres tienen que ser siempre criterio de discernimiento en su misión. Y cuanto más lo sea, más poder de convocatoria tendrá.
El bien conocido Padre Amadeo Cencini, suele decir con convicción: “una Congregación o Instituto que no se abre a las nuevas pobrezas, no tiene derecho a lamentarse de la crisis de vocaciones”… Claro está que en sentido, las nuevas realidades exigen creatividad y nuevas respuestas. No es lo más importante mantener las instituciones que tenemos, sino conservar el fuego del Carisma que nos hizo nacer, estar presentes por la elección evangélica en las situaciones de dolor y de miseria, prolongado allí el amor de Dios que no tiene ni fronteras ni ocaso.
Recuerdo que al respecto, el Hermano Álvaro Rodríguez, Superior General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y Presidente de la Unión de Superiores Generales nos decía hace algunos años: “las necesidades de los pobres son inmensas, los problemas de nuestros jóvenes cada vez más complejos, el dialogo ecuménico e interreligios mas necesario. Por eso, necesitamos compartir nuestros carismas con “nuestros asociados” para que juntos podamos llegar más y mejor a los que nos necesitan. Una presencia solidaria nos debe estimular a una creatividad fecunda en iniciativas propias y en la colaboración en las iniciativas ajenas.
Estoy convencida que nuestro voto de pobreza, hoy más que nunca, debería traducirse en una vivencia radical del estilo de la vida de Jesús. En un camino donde el consumismo y lo superfluo se dejan, donde se privilegia el compartir de lo que se es y se tiene, donde se vive un proceso de cercanía a los pobres, comenzando en las casas de formación, donde se procura perder seguridades y donde se cultiva un paulatino abandono en la providencia de Dios.
Pienso que a nivel personal y comunitario hemos de insistir en dar un testimonio real de un estilo de vida pobre… En esta época en la cual la crisis económica a nivel mundial es una realidad.
No podemos ser indiferentes ante la pobreza que se convierte en miseria y desemboca con frecuencia y facilidad, en guerras violencia y miseria, para la gran mayoría de nuestros hermanos.
Poner en común nuestros bienes materiales, intelectuales y espirituales, en la alegría del dar y recibir, nos permite vivir mejor la acogida y el servicio bajo todas sus formas… Solidarias con los más pobres en la búsqueda de la justicia, luchamos con ellos contra la miseria, la ignorancia y la enfermedad, hasta en sus causas profundas, para vivir con ellos el Evangelio, al estilo de Jesús.
El que nos encontremos distantes de su estilo de vida y nos resulte tan difícil asemejarnos a los pobres, no significa que no nos esforcemos por compartir mas con y con ellos, por ejemplo, en un modo de vivir que no sea un insulto a su miseria, en experimentar en propia carne su explotación y la inseguridad de cada día, la indiferencia que siente tanta gente hacia ellos y a veces el mismo olvido… No se puede hoy ir a una población marginada o a un barrio periférico, con una mentalidad de antes… No sería echar vino nuevo en odres viejos (Cf. Mc 2,22) Nuestras comunidades insertas en medio de los hermanos que sufren, suponen un cuestionamiento continuo a nuestra vida.
Como la Encarnación de Jesús marco siempre todo su ser, ese “tomar su condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres”… (Fil 2,6-7) afecto la totalidad de su vida, así, y por la misma razón, la encarnación en la vida y cultura de la gente, no podemos menos de expresarla en una manera nueva de existir, de compartir con ellos lo que somos y tenemos…
Porque el grito cada vez mas tumultuoso y amenazante de un mundo condenado al hambre de pan y justicia, de libertad y de amor, de respeto a los derechos fundamentales de la persona humana, no nos puede dejar insensibles ya que estamos llamadas a ser testigos insobornables del Dios de la Vida, cuyo mensaje de amor a los demás, especialmente a los más marginados y necesitados, pasa a través de múltiples y variadas formas de “predicar” que todas tenemos y que nos empeñamos a vivir en la dinámica de la audacia y de la esperanza; dispuestas a ir a las fronteras, “enraizadas” y al mismo tiempo “desinstaladas”… "
DIOS NECESITA ODRES NUEVOS............
Que bello es estar en la gracias de Cristo. Hermana muy bellas esas palabras. Nos aminan a vivir mas en la presencia y voluntad de Dios. Aunque admito que, abandonarse cuesta tanto... Pero hay que pedirle a Dios esa Gracia...
ResponderEliminarRosermi, Mérida.
Con el favor de Dios en un futuro postulante..!*